«Si pudieras liberarte de ti mismo una sola vez, el mayor de los secretos te sería revelado.»
Rumi
Este artículo es una reflexión sobre cómo pueden trabajar juntos el Tarot y los sueños y llegar a producir una poderosa sinergia.
En primer lugar, haré una breve exposición sobre la terapia con los sueños, haciendo
especial hincapié en la forma de abordaje desde la Gestalt. A continuación, me centraré en la manera en que el Tarot puede complementar esta integración.
La interpretación de los sueños data de muy antiguo. Las tres civilizaciones más antiguas, Egipto, Mesopotamia y Grecia, tienen referencias escritas respecto a la importancia que les concedían a los sueños, tanto como mensajeros de la divinidad, como portadores de información valiosa para la cura y sanación individual. Obviamente, a lo largo de la
historia, la forma de abordarlos ha ido variando.
El sueño es una experiencia personal e intransferible, cuya exploración puede ayudarnos a comprender mejor las circunstancias en que se encuentra una persona y su situación
psicológica.
La Gestalt trabaja con los sueños desde un enfoque no interpretativo. Se trata de permitir que la experiencia onírica hable por sí misma, haciendo posible vivenciar el “ahora” del sueño. Consiste en percatarse de que “este sueño soy yo mismo” y así se integra en la conciencia la actividad hasta ahora rechazada o inconsciente. Reviviendo el sueño lo traemos al presente y hacemos de él una experiencia real y directa.
Según Fritz Perls “el sueño es un mensaje existencial. Un mensaje que te envías a ti
mismo. Cada parte, cada situación en el sueño, cada uno de sus aspectos es una parte del soñador, pero una parte que hasta cierto punto es rechazada por él y proyectada en los otros. Si queremos apropiarnos de esas partes nuestras una vez más, debemos utilizar técnicas especiales que nos permitirán asimilar de nuevo esas experiencias”.
Las técnicas son variadas, pero es posible reseñar las siguientes:
– Narrar el sueño en primera persona y en presente.
– Llenar vacíos con fantasías o concluir el sueño si no está cerrado.
– Poner palabras a personajes que en el sueño sienten emociones no expresadas, de
modo que puedan iniciar un diálogo.
– Identificar cada uno de los elementos y afirmar, por ejemplo, “yo soy la casa”,
“yo soy el coche”. Se trata de convertirse en ese símbolo y, por tanto, dejo de
proyectarlo fuera de mí.
– Repetir, después de cada afirmación, “esta es mi vida”.
Según Claudio Naranjo, “nuestra voz, postura, modo de caminar y expresión facial son mucho más espontáneos que nuestra conducta verbal, pero todos podemos controlarlos fácilmente cuando queramos. Sin embargo, el sueño es algo que ocurre cuando no estamos ahí”. El sueño ocurre cuando lo que nos negamos o nos ocultamos, lo que nos censuramos o nos reprimimos sale a la luz, especialmente nuestros vacíos, nuestras partes
olvidadas o nuestros asuntos inconclusos.
Ahora bien, ¿de qué forma puede ayudar o complementar el Tarot esta vivencia del sueño gestáltica?
En primer lugar, el Tarot es una herramienta proyectiva. Igual que en el sueño, permite proyectar en las imágenes a nuestros personajes internos, reconocerlos e integrarlos. De alguna forma, las cartas son el sueño detenido, una especie de fotografía, mientras que el sueño es el vídeo.
En segundo lugar, hace posible un acercamiento más lúdico, orientado de cierta forma al juego, lo que facilita la espontaneidad de la que hablaba Claudio Naranjo. El juego nos hace estar fuera de lo normativo y convencional, y así es más fácil que desaparezcan los juicios y resistencias (igual que en el arte, la excelencia se alcanza jugando).
En tercer lugar, si en el sueño nos hablamos con nuestro propio lenguaje simbólico, el
Tarot permite vincularlo con el lenguaje simbólico y arquetípico más colectivo. El
lenguaje simbólico privado y el lenguaje simbólico público, por denominarlo así, pueden aprender a hablarse entre sí. De esta forma, es más fácil llegar a un “darse cuenta” diario de nuestros patrones individuales en un marco social, más amplio. Según Hegel “si
reuniéramos los sueños de un momento histórico determinado, veríamos surgir una
exactísima imagen del espíritu de ese periodo”. Los sueños son la radiografía de nuestra forma de estar en el mundo. El Tarot (dado que es una obra de arte colectiva) puede aplicarse como radiografía de la forma de estar de la sociedad en el mundo.
En cuarto lugar, en las cartas nos aparecerán, seguramente, los opuestos complementarios de los personajes y espacios del sueño, lo que nos ayuda a integrarlos y a completar la
imagen interna.
Las técnicas para vincular el sueño con el Tarot son las siguientes:
– Sacar tres cartas y relacionarlas con lo que acontece en el sueño, identificar a los
personajes.
– Completar los vacíos (lo que no se recuerda o si el sueño ha quedado inconcluso)
con personajes del Tarot. La imagen favorecerá la escritura automática y creativa
de lo que existe en “ese vacío”.
– Hacer hablar a los personajes que aparecen en las cartas, escribir un diálogo de voces entre las mismas cartas y entre las cartas y los personajes del sueño. Por
ejemplo, en el sueño aparece un demonio y hemos sacado la carta de un ángel. El
ejercicio consiste en hacerlos hablar para que sea posible la integración.
– Siempre se pregunta a la persona qué es lo que ve en la carta. En el Tarot hay
cartas que claramente representan un cierre o cambio de ciclo. De esta forma,
vinculamos la carta con el sueño, y la pregunta sería ¿qué asunto es necesario
cerrar? ¿Qué quiere el sueño que haga?
– Por último, sacar tres cartas del Tarot, reconocernos en ellas y vincularlas con el
sueño hace posible tener una perspectiva completa de la escena. Una vez expresado aquello de lo que me doy cuenta se puede hacer una representación y
afirmar también (como hacíamos con el sueño, aplicando técnicas gestálticas)
“esta es mi vida”.
Concluyo esta pequeña reflexión recuperando una de las ideas del principio, “el sueño es algo que ocurre cuando no estamos ahí”. En nuestra senda vital nos vamos encontrando
a nosotros mismos y, en el camino de autoconocimiento, tenemos que ser capaces de integrar nuestras sombras, divisiones y partes nuestras que, con frecuencia, no vemos o hemos perdido. Es frecuente que aparezcan personajes oscuros y temidos. En palabras de Bert Hellinger “los tesoros más preciados están custodiados por el dragón más terrible.
Para llegar a los tesoros, hay que ir al dragón… y besarlo”.
Los sueños nos ofrecen una maravillosa posibilidad de besar al dragón interno y, además, nos muestran el camino hacia nosotros mismos, hacia nuestra unidad y completud y, en ese estado, “los mayores secretos pueden ser revelados”.
Teresa Bartoll Andrés